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El inconsciente en nuestra vida

Cuando escuchamos “inconsciente” solemos pensarlo como una parte oculta y ajena a nosotros mismos, por lo mismo muchas veces lo desestimamos y somos indiferentes a él; anteriormente solía entenderse como una parte del alma oscura, es quizás por eso que también le tememos, por representar aquello que desconocemos de nosotros mismos y de lo cual, podemos sentir que no tenemos control, porque aún cuando no seamos conscientes de esos contenidos no quiere decir que sean independientes de nuestra manera de pensar, sentir o actuar. Sigmund Freud, el creador del Psicoanálisis, construyó una teoría y una técnica terapéutica alrededor del inconsciente, definiéndolo como sistema que funciona bajo leyes y mecanismos específicos. Decía que el inconsciente tiene una energía libre y movible; podemos imaginarlo como una energía que pasa de una imagen a otra, en donde los pensamientos y sentimientos unidos se dividen y se desplazan de su contexto original, así como también las imágenes dispares se condensan o se unen en una sola, o bien pueden ser sustituidas o representadas en otras. Esto es lo que sucede en nuestros sueños, seguramente te ha sucedido que al despertar tienes la sensación que tu sueño es absurdo o sin sentido, como si estuvieras en un lugar que parecía otro distinto, o una persona que tenía las características de otra. Los sueños son una forma de acceder al mundo inconsciente, pero también hay otras que resultan interesantes, por ejemplo a través de “lapsus” y “actos fallidos”, por ejemplo cuando dices o haces algo distinto de lo esperado, como llamar a una persona por otro nombre, tomar una ruta distinta de la deseada, o cuando olvidas tu teléfono celular en casa. Esto sucede porque a nivel consciente deseamos o debemos cumplir con algo, al mismo tiempo que otra parte de nosotros desea algo distinto, que al no ser compatible queda censurado o reprimido. Sin embargo, el inconsciente siempre busca encontrar una salida y lo logra a través de los caminos más accesibles, gracias a una cadena de asociaciones. Pensemos en los juegos de palabras por asociación, en donde imágenes y palabras van emergiendo por su parecido. De ahí que una de las técnicas en el Psicoanálisis sea asociación libre, donde la persona es libre de hablar sobre cualquier idea que venga a la mente, lo que permite ir profundizando en aquello que puede estar oculto. La pregunta sería ¿por qué mantenemos ideas, recuerdos o sentimientos en el inconsciente? Mucha información que se guarda aquí tiene que ver con la especie y su evolución, otra puede ser que nos resulte irrelevante pero gran parte del contenido inconsciente nos resulta incómodo o doloroso, por lo que fue necesario censurarlo, sin embargo el hecho de que se hallen reprimidos no significa que ya no estén presentes. Estos contenidos cuentan con una carga emocional que es, justamente aquella energía que busca descarga o ser liberada. Sucede entonces que si no lo logra a través del pensamiento consciente, lo hace por otras vías, como sueños, lapsus o actos fallidos, y muchas otras vías que desencadenan en síntomas, como angustia, depresión, obsesiones, fobias, dificultad para relacionarse, problemas de salud u otros malestares. Cabe aclarar que reprimimos de manera involuntaria, es decir, no decidimos reprimir, es más bien la forma en que funciona nuestra mente, tampoco se conoce el inconsciente tal como es, sino que lo conocemos a través de sus efectos en las palabras o actos, como una sucesión de inscripciones de signos, y en este sentido los terapeutas y analistas se vuelven una especie de traductores, facilitando en la persona un proceso en el cual esta energía encuentre canales o vías de descarga que la persona pueda manejar o tolerar, como un proceso de digestión. Y tú… ¿Qué tan consciente eres de tu inconsciente?


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