Intimidad vs. Aislamiento
INTIMIDAD VS AISLAMIENTO
Intimidad frente aislamiento: crisis que Erik Erikson, famoso psicoanalista, explicó en su teoría del desarrollo, que se da en la época de la juventud. No tiene ninguna dificultad entender ninguno de los términos intimidad o aislamiento, como tampoco entender que Erikson sigue completamente vigente, lo complicado puede ser el tránsito por ellos. Juventud divino tesoro, declamaba Rubén Darío con nostalgia y certeza de que esta etapa es de las más codiciadas, pero si te encuentras ahí no sólo ríes y cantas por las praderas de la prosperidad, sino también sufres de los riscos sombríos de la indecisión y las voraces expectativas de tu comunidad: trabaja, cásate, ten una casa ¿y para cuándo los hijos?, pareciera que la humanidad entera depende de tus decisiones (en parte sí). En ese momento te cuestionas lo que quieres y lo que los demás quieren de ti. Te preguntas si valdrá la pena escucharte a ti mismo o escuchar a los demás. Ya no eres el adolescente que se jactaba de rechazar cualquier idea o consejo que viniera de un adulto o una autoridad, ahora ya escuchas las voces de arriba, te llaman la atención, pero también te desorientan. También ya escuchas las voces de tus pares, amigos, compañeros, ya no sólo te excitas con ellas, y por añadidura ya observas a los niños, los que antes te causaban risas burlonas en el mejor de los casos o total indiferencia por “infantiles”, ahora te causan interés genuino pensando en tu probablemente cercana paternidad o maternidad. Antes los jóvenes no tenían mucha elección y las expectativas de la sociedad eran muy drásticas, por lo que los jóvenes terminando su edad escolar, es decir en la preparatoria o en algunos casos universidad, se disponían a buscar pareja, para en poco tiempo tener hijos, uno, dos o los que Dios disponga. Actualmente existe mayor libertad de decisión, aunque sutilmente las tías chismosas, no pueden dejar de hacer comentarios cada 31 de diciembre sobre el tema, actualmente ya no te obligan, por lo que ahora te confundes entre buscar una pareja estable, hacer una familia y tener hijos o desarrollarte en el ámbito laboral, por lo menos en esos primeros momentos, ambas cosas son inconciliables. Estás entre vivir las riquezas del matrimonio o vivir las riquezas de la soltería, arreglar pañaleras o arreglar contratos, por lo que prefieres poner en pausa la unión y la procreación, prefieres disfrutar tu individualidad y tu independencia, cosa bastante lógica y deseable, sólo por un leve inconveniente, muchas veces no lo dejas sólo para después con cierto tiempo de caducidad, sino que simplemente no lo piensas. Dejas pasar el tiempo, acumulas riquezas, experiencias, sin tocar el tema, dejemos de lado hablar con los demás de esto; la situación se vuelve más compleja cuando no lo hablas, ni contigo mismo, hasta que un día tu reloj biológico y tu necesidad de intimidad te sorprenden consciente o inconscientemente. Podría sorprenderte con un embarazo no planeado, con un matrimonio obligado, con una depresión severa por no encontrar una pareja estable, buscando ansiosamente un padre, un esperma o una madre para un hijo que se “desea” tener, en donde la individualidad e independencia se convierte en aislamiento y soledad dolorosa. Por qué no pensar en esos temas sin miedo a que se cumplan, sólo por pensarlo. Por qué no pensar en la real necesidad que tiene el ser humano de tener relaciones realmente intimas con otras personas, no para cumplirlos de manera inmediata a la obtención de mayoría de edad, del título o de un trabajo como se hacía antes, ni para cubrir las expectativas sociales sino para poder tomar decisiones en un futuro cercano: conscientes, valiosas y provechosas para ti mismo, más aún pensarlo con la posibilidad de que de esa reflexión resulte, el no querer unirse con otra persona legal o íntimamente, ni tener hijos, pero de manera consciente, valiosa y provechosa para ti mismo.