Extra! Extraaaa! Tengo un PROBLEMA
S.O.S.!
Antes de que existiera la terapia psicoanalítica los métodos que se utilizaban para tratar los problemas mentales eran primitivos y crueles como, por ejemplo, lobotomías, trepanaciones, torturas o incluso se les atribuían dotes místicos y los trataban por medio de exorcismos u otros rituales mágicos. Los estudiosos en el tema de la psique se preguntaban cómo se podría abordar un problema emocional de manera objetiva y desde diferentes perspectivas, sin lastimar físicamente a la persona afectada; los hallazgos manifiestan que estos probaron varias técnicas para lograr dicho objetivo, tales como, el uso de psicotrópicos e hipnosis para lograr un estado alterado de consciencia y ver desde afuera el problema del paciente. Fue hasta el siglo XX cuando Sigmund Freud creó la terapia psicoanalítica, la cual se basa en encontrar la cura a través del lenguaje, ya sea escrito u oral. Con el fin de comprobar su teoría fundó entonces el “Círculo de los caballeros blancos”, que era una sociedad de especialistas alrededor del mundo de varias ramas médicas que tenían la inquietud de encontrar respuestas sobre la mente humana. Su modo de trabajar era enviándose cartas entre ellos expresando lo que les causaba pesar y contestaban, en esta misma dinámica, lo que pensaban sobre dicho problema haciendo un círculo de comunicación y así obtenían diferentes perspectivas de la situación, lo que causaba un impacto en la percepción del interesado sobre su propio malestar. Esto nos lleva a entender que, en la terapia, desde sus inicios, el eje más importante es la comunicación para reconstruir con palabras el suceso que pudo haber sido el causante del malestar anímico, no sólo el hecho en sí, sino el significado que tiene para la persona afectada. Si la persona no comunica sus sentimientos e, incluso, reprime el recuerdo de lo que le molesta, el efecto acumulativo puede llevarle a experimentar síntomas en su vida tales como, ataques de ira, pensamientos obsesivos, insomnio, estrés, angustia, etc., lo que inevitablemente terminará en enfermedades físicas. La terapia psicológica ayuda a crear consciencia de las propias emociones y valoraciones, para poder romper las limitantes o distorsiones que se viven en ese momento, diversificando y reelaborando sus propias herramientas para desarrollarse individualmente con apoyo del terapeuta.