La Espera
¿TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN?
Ahora comenzaré con una explicación-justificación de lo que a continuación te escribiré. Muchos de los caminos que recorro al escribir esta columna y muchas de las preguntas que surgen después de haber recorrido un poco varios de estos caminos, los realizo con el afán de cuestionar lo establecido en el mundo exterior y más aún en mi mundo interno, teniendo la esperanza de que pudieran ambos mundos coincidir un poco con los tuyos. Estos cuestionamientos me llevarán a nuevas preguntas, probablemente sin final y podría decirse que es mi objetivo secreto, nunca terminar de interrogarme. Te explico esto, ya que ninguno de los puntos que leerás en este espacio, tendrán el propósito de decir verdades, teorías o sentencias y mucho menos será un sustituto de una terapia; más aún, sí buscarán que experimentes alguna o varias de las veredas que expongo, que te cuestiones, que me cuestiones, y que te hagas tus propias preguntas, aumentando el peso en el lado de la balanza del esfuerzo mental y buscando equilibrar un poco con el de la realidad actual de “lo hago por ti”, “en 5 minutos tendrás resultados”, “más fácil no se puede”. Nunca satanizando o idealizando algo en especial, más bien liberando vías de pensamiento que te pueden llevar a tus propias respuestas, por lo menos por un tiempo, antes de que una nueva discusión aparezca. Divertido ¿no? Habiendo terminado esta introducción, quisiera continuar exponiéndote una situación: Están un padre con su hijo/a de unos 4 años, en donde el pequeño pregunta acerca del color de Júpiter. Al momento mismo, la cara del padre se desencaja, subiendo una de sus cejas y frunciendo la boca, en representación de una total ignorancia del tema, acto seguido, una sonrisa burlona se esboza en su cara al encontrar la solución rápidamente, siempre con los ojos de la criatura muy fijos en su padre. El padre saca el celular y con unos rápidos movimientos, googlea la pregunta. En cuestión de un par de segundos obtiene un sin fin de respuestas escritas y hasta una decena de imágenes y videos. Voila!!! Se le leen algunas líneas y se le enseñan varios videos. La autoridad y omnisciencia paterna ha quedado a salvo, por lo menos hasta ese momento. La inmediatez de respuestas en la actualidad es sorprendente y no podemos más que quedar maravillados por los avances tecnológicos que nos ayudan a tener a nuestro alcance estas soluciones inmediatas. Más allá de quedar como resentida de épocas pasadas, creo que esta es una nueva realidad que tiene un sin fin de ventajas para las nuevas generaciones, muy probablemente para ocuparse de otro tipo de cuestiones en donde la espera de la obtención de datos no cabe y el avance radicará, tal vez, en las conexiones que hagan de estos datos. Pero esto nos puede llevar a unas cuantas reflexiones: ¿por qué actualmente nos cuesta a niños, adolescentes y adultos la espera?, ¿por qué actualmente le cuesta tanto a los padres saber cómo explicarle a los hijos que en algunos momentos se debe esperar? ¿por qué nos llama tanto la atención las soluciones rápidas?, ¿Por qué tan poca tolerancia a la frustración? Podríamos achacarlo al avance de la tecnología, pero creo ue estaríamos cayendo nuevamente en la respuesta más fácil. Creo que la necesidad de rapidez y facilidad para obtener y resolver las cosas, siempre ha existido en el ser humano, por algo inventó el fuego, y por algo la tecnología avanza a pasos agigantados, por lo que creo que la respuesta no va por ahí, me parece que la respuesta va más en relación a otra pregunta: ¿PARA QUE ESTAMOS USANDO LA TECNOLOGÍA? ¿Para facilitarnos las cosas o para suprimir por completo el pensamiento? para inhibir el flujo de ideas personales, de cuestionamientos internos, y todas estas cosas necesitan un tiempo de espera para reflexionar, incubar, decidir, entender, pero que también provocaran ansiedad. Por ejemplo: Estás en la fila del banco, como de unas 20 personas, ¿qué es lo primero que haces? Podrías decir que esperar por supuesto, pero en realidad, la espera podría causar tanta ansiedad y desesperación, que muy probablemente deslizas entre tus manos un celular y zaz! La espera terminó.