¿Qué pasa en mi mente cuando siento la ira?
IRA
Ciudad de México, lunes por la mañana, escoge cualquiera de las avenidas principales, Periférico, Circuito interior, Insurgentes Reforma ... la que gustes ... aún con los programas de “no circula” son más de un millón de automóviles queriendo llegar a la hora de entrada del trabajo, la escuela, el negocio, en una de las ciudades más grandes del mundo, con habitantes algo “temperamentales” por decir lo menos, y el estilo de manejo de estos, es en su mayoría es a la ofensiva, resultado, Ira.
Un segundo basta para que alguien haga un movimiento indebido, se pase un alto, se detenga sin razó y me impida el paso; pongo freno intempestivamente y logro detener el auto que avanza a 50 km/hr, pero me molesta lo sucedido y entonces, lo que no consigo detener, es un impulso en mi cabeza que viaja a casi a 300 km/seg rompiendo las barreras que crea la conciencia y mantienen a raya a esta “bestia” interna que es la ira y entonces, se manda una señal al hipotálamo que comienza a desencadenar una serie de funciones, como la secreción de hormonas como la adrenalina, cortisol, prolactina y la serotonina; directamente al torrente sanguíneo, el corazón se comienza a acelerar al igual que la respiración, las pupilas se dilatan y por así decirlo nuestro cuerpo se prepara para el combate también se activan dos áreas del cerebro una el putamen y la ínsula que, curiosamente, también se activa cuando sentimos amor romántico, odio y amor, dos grandes pasiones que nos hacen cometer actos irracionales e impulsivos.
Pareciera que nada podría detener a este animal incontrolable, y a veces así sucede, son incontables los casos en los que personas cegadas por la ira comenten actos violentos, algunos hasta dicen no recordar nada mientras estaban invadidos por la cólera, y que sólo recuerdan como si su visión se hubiera oscurecido. Es casi como estar en una carroza romana (auriga), como la de Ben-Hur, y uno es llevado a toda velocidad por cuatro caballos desbocados y poderosos, pero, lo que debemos de tener en cuenta, es que esta carroza en el caso de los seres humanos no está completamente desbocada, tenemos algunas fuertes “riendas” que podrían contener esta carroza, una es la conciencia, que se encarga de mantener contenido nuestros impulsos, otro es la razón, que puede ayudarnos a evaluar si es necesario dejarnos llevar por la ira en cualquier circunstancia, ya que en caso de que nuestra vida peligre puede ser justificado así como el desarrollo del autocontrol, que cual si fuera un músculo tiene que ser ejercitado regularmente. Ahora que también debemos considerar las ventajas de no dejarnos llevar por la ira a la menor provocación, ya que las hormonas que se secretan dañan el sistema inmunológico, así como también daños al corazón, al sistema digestivo, nervioso y lleva a tener una presión sanguínea elevada. Entendamos pues, que la decisión de dejarnos llevar por la ira se encuentra en nosotros, hay que considerar que este sentimiento es útil cuando se trata de defendernos, establecer límites de respeto y espacio o hasta desfogarnos, pero que si lo hacemos de manera frecuente y por cualquier motivo, puede terminar consumiéndonos en su “fuego”.