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¡¿Cómo qué tratamiento psicológico?!


QUÉ TRATAMIENTO

 

La terapia es una intervención profesional, basada en técnicas psicológicas. En ella, un especialista, habitualmente un psicólogo clínico, busca eliminar el sufrimiento de otra persona o enseñarle las habilidades adecuadas para hacer frente a los diversos problemas de la vida cotidiana. Un tratamiento psicológico implica, entre otras cosas, escuchar con atención lo que el paciente tiene que decir y buscar qué aspectos personales, sociales, familiares, etc., son responsables del problema. Este tipo de tratamientos son aplicados por psicólogos clínicos, que son los especialistas en los problemas del comportamiento humano, y que utilizan técnicas especializadas de evaluación y de método. El tratamiento psicológico puede llevarse a cabo de manera individual, en pareja, en familia y grupos. Es posible combinar, según los casos y necesidades, el formato de tratamiento; así, puede realizarse un tratamiento en grupo junto con sesiones de asistencia individual. La intervención puede durar desde una o unas pocas sesiones (p.ej., en situaciones de crisis o asesoramiento) hasta varios años (en el caso del psicoanálisis). Lo más frecuente es que se extienda de 5 a 50 sesiones de alrededor de 1 hora y de frecuencia semanal. El número de sesiones depende del tipo o número de problemas y de la gravedad de éstos. La forma habitual de tratamiento psicológico supone un contacto personal con el psicólogo. No obstante, también pueden utilizarse medios complementarios para cubrir algunos aspectos del tratamiento: teléfono, e-mail, videoconferencia, chat, etc. El uso de estos medios, con las garantías clínicas y éticas precisas, es útil cuando el paciente tiene dificultades físicas o geográficas para acudir a la consulta del profesional o su problema se lo impide (p.ej., agorafobia o fobia social severas) o quiere seguir la terapia con el mismo terapeuta, pero debe ausentarse por traslado u otras causas. En cuanto a la eficacia de las terapias se deben tener en cuenta diversos aspectos tales como qué síntomas mejoran y en qué medida, cuánto tarda en aparecer la mejoría, el grado en que ésta se mantiene, los cambios conseguidos en el funcionamiento social y laboral y calidad de vida. El psicólogo ayuda a diferenciar las conductas que realmente queremos cambiar y las que no. ¿Cómo sabemos que conductas cambiar? Por ejemplo, imaginemos a un contador que asiste a terapia porque es obsesivo: esa conducta que él cree “mala” le ayuda a desempeñar un mejor trabajo al ser meticuloso al realizar sus cálculos, organizando cifras, siendo preciso al usar fórmulas que no perdonan el más mínimo error, etc., si se eliminara por completo esa conducta traería repercusiones negativas en su vida laboral, la parte funcional de esa conducta debe permanecer; lo que se logra con la terapia es canalizar esas actitudes, que la sociedad juzga, en acciones positivas en la vida del paciente. El detonante que impulsa a una persona a asistir a terapia en principio no debe ser categorizado como “bueno” o “malo”, sino más bien debemos aceptarlo y hacerlo funcional. Recordemos que, desde el punto de vista psicológico, las acciones y emociones no deben ser juzgadas sino entendidas y aceptadas.

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