¿Amor o miedo?
“Hay criminales que proclaman tan campantes “la maté por que era mía”, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los super machos tiene la valentía de confesar “la mate por miedo” porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo” “La mujer sin miedo” Eduardo Galeano
Todas las experiencias sociales, pueden ser pauta y pretexto para la reflexión personal. Cuando vi este texto de Eduardo Galeano, me llamó mucho la atención el cambio de “la maté por que era mía” a “la maté por miedo”, y me llevá a pensar acerca del miedo en una relación, cualquiera que esta sea, sin limitarme a la relación que un hombre tiene con una mujer. Podríamos pensar en el miedo que toda persona experimenta cuando tiene un encuentro emocional con otra. La relación entre padres e hijos, la relación entre esposos, parejas, amigos, toda relación que conllevé un lazo no sólo práctico o biológico, sino emocional. En el momento del encuentro con el otro, comenzaremos a preguntarnos, por lo general, no de forma totalmente consciente: ¿de que se trata esta relación?, ¿hasta que punto la otra persona tiene una relación exclusiva conmigo y hasta que punto yo la tengo con el otro?, ¿tengo derechos y obligaciones que se deben cumplir en esta relación? Todas podrían apuntar a la pregunta ¿hasta donde somos hijos, padres, hermanos, amigos, pareja, y hasta donde somos nosotros mismos? En muchas ocasiones las relaciones pueden ir en un oleaje, en un vaivén o en estira y afloja entre las diferentes respuestas que podemos tener a estos cuestionamientos, y en ocasiones podría volverse un martirio no tener una respuesta concreta y firme de: sí es mía o no es mía esa persona. La posesividad es un síntoma de muchas relaciones en donde la respuesta está más del lado del “SÍ, esa persona me pertenece al estar en una relación conmigo”, pero más importante podría ser explorar las causas de la posesividad y cabe el riesgo de que una de ellas sea el MIEDO. El miedo a perder a la otra persona, el miedo a que la otra persona no quiera estar ya más con nosotros o de manera exclusiva, el miedo a sufrir el dolor de separarnos. Sea el miedo a separarnos de nuestros hijos, de nuestros padres, de nuestra pareja o de nuestros amigos. Separarnos de manera radical o separarnos porque tiene otras cosas que hacer o separarnos porque tiene otras personas con quien también quiere tener una relación ¿Cuántas veces se terminarán las relaciones o se cometerán crímenes por miedo a que la otra persona nos dejé, nos rechace o no nos prefiera en ese momento y es preferible hacerlo primero? o ¿en cuantas ocasiones no se comienza una relación por las mismas razones? En ocasiones esa posesividad y ese miedo podrían esconderse detrás de un sentimiento de “gran amor” hacia la otra persona, de una aceptación de maltratos y abusos o de estar con alguien, no por la persona o personas que están a lado mío, sino sólo por la compañía, volviendo la relación en algo práctico, contractual, donde ahora sí, los derechos y obligaciones tendrán que ser cumplidos. Con esto no apuesto a que se te quite el miedo o lo busques anular o más aún que evites una relación. Mas bien te invito a lanzarte a la maravillosa aventura de las relaciones humanas, cualquiera que estas sean, pero siempre con la alerta prendida para cuestionarte hacia donde se inclina más la balanza: ¿amor o miedo?, ya que siempre existirá más de una pizca de ambas, y afrontando el riesgo de la pérdida.