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Abuelos que se respetan


SABER PONER LÍMITES A LOS HIJOS ADULTOS

 

La llegada de la vejez obliga a reacomodar las relaciones. Los hijos tienen que poder aceptar los límites de sus propios padres, cambiar la expectativa de lo que esperan recibir de ellos. La vejez puede ser un camino hacia la sabiduría o bien hacia la anulación del sujeto, sea uno u otro el camino que tomen nuestros padres, requiere de replanteos en los hijos. Los hijos tienen que poder aceptar los límites de sus propios padres, cambiar la expectativa de lo que esperan recibir de ellos, no a través de lo que les dan en cuanto a acciones, objetos, sino otros dones. Las personas mayores con más deterioro psíquico son los que suelen ubicar a sus hijos en el lugar de padres de ellos mismos, como si necesitaran recurrir a la ilusión de volver a su infancia, invirtiendo así los roles. Los hijos tienen que poder despegarse de ese lugar en el que los quieren ubicar. Provenga de los padres o de los hijos, esta inversión de roles está marcando que ese vínculo histórico padre-hijo en esa familia "estaba distorsionado". Cuando los padres son autónomos pero no tienen la movilidad de antes, son ellos mismos los que regulan su actividad, y en esos casos, la actitud del hijo, como en todo vínculo familiar, es estar atentos a lo que el otro puede

​ necesitar de su colaboración. Ser sobreprotector y ocuparse de todo es un extremo tan contraproducente como el extremo de no ocuparse. Aun en casos de padres dependientes, sobreproteger hace mal al otro y a sí mismo; es una forma de maltrato, de no tenerlo en cuenta y de creerse omnipotente, ejerciendo un poder sobre el otro y olvidándose, al mismo tiempo, de las propias necesidades. Aprende a decir no, también a aquellos que quieres. Por ejemplo, puedes marcar límites a tus hijos cuando te piden que hagas de canguro de los nietos todos los días. Tienes derecho a tu libertad.

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