Terapia Mágica
¿Por qué si voy a terapia no mejoro? ¿Para que invierto mi dinero en esto si no puedo estar bien?
Cuando asistimos a terapia no sólo invertimos dinero, también energía y tiempo, naturalmente esperamos algún resultado, de la misma manera que esperamos bajar de peso cuando asistimos al nutriólogo o desarrollar una habilidad al tomar clases, buscamos la manera de evaluar o medir que una actividad esté funcionando. Tampoco queremos esperar demasiado tiempo para obtener resultados, sobre todo cuando tenemos síntomas que nos generan algún malestar o que nos impiden ser funcionales en el día a día. En principio cabe preguntarse qué resultados esperamos de una terapia, ¿eliminar un síntoma o una enfermedad?, ¿mejorar nuestras relaciones?, ¿mejorar nuestra conducta y adaptación?, ¿ser feliz?. Quizás los motivos no han sido muy claros, o bien estos han cambiado de cuando iniciamos; con frecuencia asistimos por una razón distinta de la que creíamos. Esto puede ser crucial ya que de ahí deriva el cómo percibamos nuestro proceso terapéutico, las expectativas que tenemos nos lleva a evaluarlo de una manera u otra. La mayoría de las veces la persona percibe que funciona porque se siente mejor, aunque el resultado no sea necesariamente evidente e incluso medible, ya que se experimenta un sentimiento en el que las experiencias cobran sentido, aunque en ocasiones solo para la persona que acude a terapia pero no para los que se encuentran en su entorno. La influencia de terceros puede representar en ocasiones un problema, en principio porque muchas veces la gente alrededor no desea que la persona cambie, más si la terapia implica darle valor a necesidades personales más que a las de otros. Cuando se tratan de los hijos que son enviados a terapia, se busca un cambio específico en su conducta que los vuelva más adaptativos a su entorno y la terapia puede estar funcionando en un sentido distinto al esperado o bien se presiona para que estos resultados sean evidentes con prontitud. La psicoterapia, a diferencia de otros servicios, es un proceso que lleva cierto tiempo, cuanto más acelerado queremos que sea más superficial se vuelve, en ocasiones con el riesgo de que los conflictos resurjan en otro momento o escenario. Por el contrario, cuando le dedicamos tiempo a su comprensión obtenemos un mejor manejo de los mismos. Lo anterior no significa que tengamos que esperar mucho tiempo para saber si funciona un proceso psicoterapéutico, tampoco por asistir y pagar se da por hecho que así es, puede que la pasemos bien en la sesión o que nos resulte agradable el terapeuta, lo cual tampoco asegura que funcione. Muchas veces las personas se resisten a trabajar verdaderamente en sus conflictos y dedican las sesiones a compartir anécdotas que entretienen al terapeuta. Si bien es labor del terapeuta trabajar sobre estas resistencias, es un proceso que se construye por ambas personas. Los resultados dependen de varios factores que no siempre son sencillos de evaluar, sin embargo es posible estimar su funcionalidad mientras exista constancia y compromiso en las personas implicadas.