Inteligencia Compasiva 2
SI QUIERES QUE TU HIJO SEA FELIZ, PRACTICA LA COMPASIÓN…
SI QUIERES SER FELIZ TU…. PRÁCTICA LA COMPASIÓN
Dalai Lama
(PARTE 2)
COMPASIÓN- EMPATÍA- RESPETO
Como padres muchas veces quisiéramos tener una idea clara de lo qué debemos estimular en nuestros hijos para que sean éxitos en este mundo cambiante, peligroso, competitivo, etc.; y es que cada vez se necesita más que ser “inteligente” o especialista en lo que hacemos, cobrando importancia el aprender a escuchar las necesidades de los demás, saber cómo hacer que los demás nos escuchen, tener habilidades sociales, de liderazgo, alta autoestima, en fin… ser inteligentes emocionalmente.
Este articulo es la segunda parte donde comento la relación que tiene el Ser compasivo en la inteligencia emocional. Empezaré por definir la compasión como el sentimiento de empatía hacia otros seres humanos iguales a nosotros que tiene como base el respeto, la disposición al servicio y la solidaridad. La compasión se encuentra en actos tan sencillos como escuchar, compartir y recordar. Con el valor de la comprensión reafirmamos y perfeccionamos otros valores como generosidad y servicio, por poner a disposición de los demás nuestro tiempo y nuestros recursos; también perfeccionamos la sencillez porque no hacemos distinción entre las personas a las que ayudamos; solidaridad por tomar en nuestras manos los problemas ajenos haciéndolos propios; comprensión, porque al ponernos en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada.
Para practicar la compasión debemos intentar ser comprensivos con los demás, todos nos equivocamos alguna vez. Piensa en alguna ocasión en que te hayas equivocado y recuerda si alguien fue compasivo contigo, te hizo ver tu error, pero no te juzgó.
Por lo general, la capacidad de conmovernos ante las circunstancias que afectan a los demás se pierde progresivamente, parecería ser que la compasión sólo se tiene por momentos aleatorios. En este sentido, recuperar esa sensibilidad requiere acciones inmediatas para lograr una mejor calidad de vida en nuestra sociedad.
No debemos confundir compasión con lástima, ya que no son lo mismo. En este sentido, podemos observar las desgracia muchas veces como algo sin remedio y sentimos escalofrío al pensar que sería de nosotros en esa situación, sin hacer nada, en todo caso, pronunciamos unas cuantas palabras para aparentar condolencia.
Por otra parte, la indiferencia envuelve paulatinamente a los seres humanos, los contratiempos ajenos parecen distantes, y mientras no seamos los afectados, todo parece marchar bien. Este desinterés por los demás, se solidifica y nos hace indolentes, egoístas y centrados en nuestro propio bienestar.
No obstante, aquellas personas que nos rodean, nuestros hijos, necesitan de esa compasión que comprende, se identifica y se transforma en actitud de servicio. Podemos descubrir este valor en diversos momentos y circunstancias de nuestra vida, quizás resulten pequeños, pero cada uno contribuye a elevar de forma significativa nuestra calidad humana:
Realizar una visita a un amigo o familiar que ha sufrido un accidente o padece una grave enfermedad: más que lamentar su estado, debemos estar pendientes de su recuperación, visitarlo a diario, llevando alegría y generando un clima agradable.
Si somos padres, debemos tener una reacción comprensiva ante las faltas de nuestros hijos, ya sean por inmadurez, descuido o una travesura deliberada. Reprender, animar y confiar en la promesa de ser la última vez que ocurra…
Debemos ser conscientes de la edad y las circunstancias particulares de nuestros hijos, corrigiendo sin enojo pero con firmeza la indisciplina, y a su vez, poniendo todos los recursos que se encuentran a nuestro alcance para ayudarlo.
Te invito a que conscientemente seas compasivo con el “otro”, recuerda que eres el moldeador de tus hijos y que ellos son los próximos lideres mundiales. Te dejo con esta reflexión:
-Todo amor genuino es compasión, y todo amor que no sea compasión es egoísmo.-