La realidad en ojos de tu pequeño es...
LAS APARIENCIAS COMO LA REALIDAD...
Fue un día duro, las cosas no suelen ir como antes, cada vez me canso más, cada vez quiero dejar de hacer muchas cosas, llueve y no deja de sentirse frio, quizás mi única motivación para sonreír después del trabajo es que Carlitos mi hijo, al verme sonría también.
La empatía es una característica del pensamiento preoperacioal, etapa denominada por Jean Piaget, donde se desarrolla el pensamiento simbólico, la empatía, aunque se creía que se presentaba más adelante, los niños pequeños como Carlitos parecen mostrarla también.
Ayer curiosamente, al verme triste por tanto ajetreo laboral y con la impotencia a flor de piel, derramé algunas lágrimas, por lo que Carlitos se acercó y empezó a llorar conmigo, sus palmaditas y abrazos reconfortan y me hace sentir querido y especial incluso tengo ahora a Peluchín, su juguete favorito; según él, me ayudará a aliviar lo que hoy, por estrés, me tiene cansado y afligido.
Es cierto que para la asimilación de sentimientos y la causalidad de las cosas siempre será importante hablarlas desde la infancia pues la empatía se desarrolla de manera favorable, haciéndolos consiente dia a dia de lo que se siente.
Y aunque en esta etapa de la vida veo que Carlitos tiene problemas para poder distinguir entre lo que realmente son las cosas y lo que es realidad, he llegado a pensar que sus primeras mentiras aparecen, aunque de manera más certera sea que no ha logrado establecer la diferencia entre lo que parece ser una situación y lo que realmente es.
Aquí es posible comprender el porqué tenerle miedo al monstruo de su recámara, pues noche tras noche al apagar la luz, las sombras de las ramas del árbol que entran a través de la ventana simulan la figura terrorífica de un gran mounstro que amenaza con perturbar la tranquilidad de mi pequeño y, por más que al correr a encender la luz tras escuchar su llamado y verificar que dicho monstruo no existe, se ha convertido en el pretexto idóneo para dormir juntos protegiéndonos de todo mal, disminuyendo el miedo con su pequeño abrazo y su cabecita en mis hombros. A decir verdad esa sombra no se ve tan amigable que digamos.
Asi transcurre la vida cambiando de percepción día a día, Carlitos aprenderá a base de acierto y error que las máscaras y caras pintadas como de los payasos, son parte del disfraz y no una cara real que inyecte miedo; que la leche será café si se pone mis gafas por las mañanas al desayunar y que no todas las cosas que parecen comestibles se pueden ingerir, como ese pastel de plástico que tiene como juguete.
Hoy, a pesar de todo sonreiré porque aunque para mí no sea real una felicidad, Carlitos sonreirá conmigo y eso dará más luz que el sol, a su vida, a mi vida, a la de los dos.
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