Las niñerías del abuelo me hacen sentir...
MI ABUELO ES COMO UN NIÑO
Las personas mayores son como niños, pero solo en el buen sentido de la palabra.
Las personas mayores se hacen dependientes, pierden capacidades físicas, necesitan ayuda para su cuidado personal, alimentación, evitar caídas, hacer actividades, aprender o reaprender. En ocasiones expresan sus emociones mediante llanto, “rabietas” u otras conductas, porque no saben (o más bien, no pueden) hacerlo de otra manera.
Los mayores son como niños si con eso nos referimos a que necesitan paciencia, atención, cuidados, cariño, comprensión y mucha, mucha habilidad para tratar con ellos. A veces necesitan que seamos un poco autoritarios, algo paternalistas, para decirles lo que les conviene: “tómate las pastillas para ponerte mejor”, “come, que así estarás más fuerte”, “haz ejercicio, que así estarás sano y podrás moverte mejor”.
Pero siempre recordando que ellos tienen una historia de vida y de superar dificultades que no debe hacernos pensar que nosotros, como profesionales sanitarios, familiares o cuidadores, lo sabemos todo y tienen que obedecernos en todo momento, y pensar que por ello debemos tratarlos como si no supieran nada de nada.
Hay personas que mantienen que a los ancianos debería evitarse: hablarles como niños.
Es cierto que, en ocasiones, hay personas mayores que requieren una adaptación de nuestro vocabulario y uso del lenguaje para comunicarnos mejor: hablar más alto si no escucha muy bien, hacer frases cortas y sencillas si le cuesta procesar y comprender la información, utilizar términos cariñosos o afectivos si a la persona le resulta reconfortante y conseguimos así sacarle una sonrisa.
Sin embargo, una actitud paternalista, simplificación del vocabulario, exceso de diminutivos, tono elevado de voz, el uso de repeticiones y clarificaciones no requeridas, las preguntas que encierran en sí mismas la respuesta. Se cree que con su uso se facilita la comunicación con los mayores. El resultado es el contrario, puesto que fomentan que no comprendan al interlocutor, se generan conductas de evitación y retraimiento y también hacen que disminuya su autoestima.
Imponer nuestro criterio sin escuchar lo que nos cuenta, tratarlo como si no fuera capaz de hacer nada por sí mismo, recurrir a frases con diminutivos, apelativos cariñosos o chistes o considerarlos que se quejan mucho porque están “llenos de achaques por la edad” , puede generar malestar en la persona mayor, y potenciar una barrera que dificulte su colaboración.
Los mayores son como niños en el sentido de que requieren mucha, mucha de nuestra atención, pero no en el sentido de que tengamos que tratarlos como si nosotros fuéramos los adultos responsables y ellos unos pequeños seres que nos necesitan para todo y que pueden hacer nada por sí mismos, cuando, en realidad, tienen tanto que enseñarnos.
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https://youtu.be/Qv21yWxaRow
Deciden poner una guardería en un centro de ancianos y sus vidas cambian por completo
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