Papá: La nueva forma de ser
LAS PUERTAS A LA PATERNIDAD
Desde hace unas 2 o 3 décadas, se ha venido hablado de la importancia que tiene darle paso al padre en la crianza de los hijos, complementándolo con el único y sagrado papel de proveedor que mayoritariamente se tenía en el pasado. En algunas ocasiones este papel exclusivo de proveedor era limitante para las expectativas de algunos hombres y en otros casos, posición salvadora para hombres asustados con las expectativas que se tienen de él ante sus hijo.
Pero, ¿quién les abrió las puertas?
Me gustaría que antes de seguir leyendo, hicieras volar tu imaginación con todas las respuestas que le puedas dar a esta pregunta.
Ahora trataré de explicar de forma sencilla lo que algunas teorías explican, para que uniéndolo a tus líneas de pensamiento y respuestas anteriores, volvamos este momento, un momento de fructífera reflexión, la cual espero sea indistinta para hombres y mujeres y principalmente para padres y madres de familia.
Esta puerta se ha abierto o se ha mantenido cerrada desde hace miles de años. En realidad no es un tema nuevo que el padre esté involucrado de alguna manera en la crianza de los hijos, es decir, que esté presente activamente en lo que el niño o niña aprende a lo largo de su desarrollo e introduce en sus sistema. Siempre han existido padres involucrados con sus hijos, como siempre han existido padres presentes físicamente, pero que no están involucrados con sus hijos o padres físicamente ausentes. Nada de esto es nuevo
La madre es quien abre las puertas para que el padre entre en ese vínculo que en un principio era de dos. Hace ya mucho tiempo, se descubrió que los cromosomas sexuales de los hombres eran xy, por lo que comenzó a hacérsele responsable al hombre del genero biológico del hijo, pero se ha podido ver que el padre tiene una función mucho más amplia, al ayudar a estructurar la vida psíquica de un individuo, es decir, si al rol femenino se le puede dar el papel de sostén para un hijo al principio de la vida, al rol masculino se le daría el papel de apoyo a la creación del individuo como independiente. Desglosando un poco esto, podría decirse que al principio de la vida, la primera relación de manera general, teniendo sus excepciones de las que hablaremos después, será un vínculo extremadamente estrecho entre la madre y su hijo recién nacido, tomemos en cuenta que un cachorro humano es biológica y psíquicamente inhábil para sobrevivir solo cuando nace, y que también la madre en la mayoría de los casos tendrá una excesiva necesidad de sostener a su cria. Poco a poco van pasando los días y el hijo comienza a experimentar el mundo y a tener contacto con otras personas, entre ellos el padre, pero este sólo podrá jugar su papel si la madre permite y es suficientemente fuerte para aguantar romper el estrecho lazo que hay entre ella y su hijo y que el amor de dos se vuelva de tres y gracias a esta apertura, se entiende que este pequeño entra en el complejo, pero maravilloso mundo social y cultural y logrará disfrutar el mundo exterior sin necesidad de la compañía de su madre
Si la madre no abre las puertas, aunque el padre esté físicamente y dispuesto emocionalmente no podrá entrar. Siguiendo el punto anterior, se diría que el padre podría estar asustado sin saber cual es la expectativa que debe tener él o tiene toda la gente a su alrededor de lo que debe hacer y hasta donde se debe involucrar, pero no hay padre más asustado que el que no sabe cuanto y como acercarse a su hijo sin romper la magia que observa en la escena materno filial. Habrá padres totalmente dispuestos y con gran necesidad de unirse a ese idílico amor e intentar entrar, pero si la madre de forma amorosa no le abre ese espacio al padre, podrían surgir varios escenarios posibles. Uno en el que el padre asustado prefiera mantenerse a raya y ser solamente un satélite a lo largo del desarrollo de sus hijos, sin sentirse nunca seguro de poder opinar, consolar o poner límites a sus propios hijos, por lo que se quedará en el mejor de los casos en un papel secundario y en el peor en un papel totalmente devaluado. Otro escenario podría ser que la irrupción sea violenta y que el padre agresivamente imponga su valor y posición, en donde la lucha de poder y la agresión sea uno de los ejes de las relaciones familiares. En la mayoría de estos escenarios, la separación de la madre se volverá muy difícil y en algunos casos imposible, ya que en la madre se depositará el poder, la valía o el refugio ante la violencia.
Cuando existe una separación física del padre con sus hijos, pero no emocional, nuevamente la madre juega un papel importantísimo en la entrada de la paternidad y masculinidad a la vida de los hijos (hombres y mujeres). Es decir en el caso de separación o divorcio de los padres, en la mayoría de los casos los hijos son menores de edad por lo que estos, por lo general, vivirán con la madre la mayor parte del tiempo. Esto representará un menor contacto con la figura masculina del padre y el involucramiento paterno en la crianza de los hijos. Si el padre emocionalmente está dispuesto no sólo a mantener el lazo económico con sus hijos, sino también emocional, nuevamente la madre es la responsable de abrir la puerta a esta valiosa aportación paterna. Es decir buscar evitar lo que actualmente se maneja como alienación paterna (hablando de padre o madre). Sería importante tomar en cuenta que la relación de las personas que en algún momento fueron pareja, no tiene que trasladarse a la relación que tiene que tenerse con los hijos, viendo más aún que esto podría afectar irremediablemente en su desarrollo próximo y futuro.
Cuando hay un padre ausente física o afectivamente, la madre puede abrir el espacio simbólico al padre. Te explicaba que existían excepciones en donde el padre no se sienta o no esté capacitado para participar en la crianza de sus hijos, por lo que él decida mantenerse siempre como proveedor como su único papel, o en otros casos puede existir la ausencia total, es decir el padre no se encuentre físicamente ni emocionalmente dentro o cerca del hogar familiar. En tales casos, el papel de la madre podría ser el de generar un espacio masculino simbólicamente hablando, es decir buscar por medio de amor y límites, que su hijo se independice poco a poco de ella. Esto se puede ejemplificar de muchas formas, siendo las más importantes: evitar lo más posible que el hijo o hija tome el papel del padre o de pareja de la madre, diciéndole al niño que es el hombrecito de la casa o a la niña que sólo están ambas para apoyarse, evitar mantener al hijo o hija en el lecho materno después del tiempo que algunas madres consideran apropiado para la alimentación materna más cómoda, buscar poner límites de respeto y privacidad todo el tiempo; y no tan importantes como las anteriores, pero si facilitadores para ampliar los modelos de identificación del niño, sería tener figuras con roles masculinos con los que el niño o niña puedan tener contacto.
Este tema podría ser confuso, podría traerte más preguntas, en algunos casos podría llegar a ser hasta retador, pero el principal objetivo sería cuestionarte un poco acerca de lo consciente que estás del rol que juegas como padre o madre y como los estás manejando actualmente con tus hijos a favor de su desarrollo optimo e integral.