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Ingredientes de un buen papá


Siempre supe que quería ser papá, al menos en mi caso, quería poder gozar a mis hijos tal como lo hice yo con mi papá, pero es un hecho que no todos tenemos ese deseo desde siempre y no pasa nada, está bien. No debes sentirte culpable ni menos papá por no haberlo deseado toda la vida, es más, he visto hombres que siempre lo quisieron y cuando lo fueron, se olvidaron de sus hijos.


¿Qué creen que nos hace ser papás? ¿Es el deseo, la vocación, el pasar nuestros genes a la siguiente generación, el educarlos? Todavía más interesante será preguntar, ¿qué determina el que seas un buen papá? Te tengo una noticia, nada lo determina, la pregunta correcta es quién lo determina y la respuesta correcta es nuestros propios hijos, pero no hoy ni el día de mañana, quizás la respuesta nunca la sabremos porque nuestros hijos pueden estar muy grandes cuando tengan su respuesta y nosotros estemos dos metros bajo tierra.


Ser papá da una satisfacción inmediata, al ver su mirada, escuchar sus risas, sentir su mano al caminar, sentirte importante y saber que eres un superhéroe. Pero la mayor satisfacción la sentirás el día que tu hijo tenga a sus propios hijos y quiera ser el papá que tú fuiste para él o ella.


Nuestro trabajo es muy sencillo, es crearles los mejores recuerdos a nuestros hijos y no estoy hablando de recuerdos materiales, no es llevarlos a Disney o comprarles la mejor bicicleta, quizás de esas cosas ni se acuerden, cierra los ojos y ponte a pensar en los momentos que recuerdas que pasaste con tu papá, trata de ir más allá y pensar en los momentos concretos. De cómo en ese viaje se aventó contigo del tobogán o de los momentos que gozaste en esa bici cuando te enseñó a usarla. Lo que quiero decir, es que, es más importante que recuerden de los momentos increíbles que pasaron contigo sea en la casa, de viaje, con juguete nuevo o viejo.


Pregúntate si se va a acordar cuando sea grande de cuando cantaban juntos en el coche, de cuando le inventabas nombres a las rutas de sus trayectos diarios, de cómo le hiciste extraordinario las cosas ordinarias y si crees que la respuesta es que sí, entonces hazlo y hazlo siempre.


Esta será nuestra apuesta del día a día, como antes dije, quizás nunca sepas cuáles serán sus recuerdos, pero lo único que nos queda es apostarle a que esas cosas por mínimas que parezcan las va a recordar y las va a querer repetir con sus propios hijos.


Es momento que nos atrevamos a ser ridículos, que nos atrevamos a ser divertidos, que nos atrevamos a ser valientes, que nos atrevamos a ver el mundo con los mismos hijos de asombro de nuestros hijos, porque cuando por fin logremos maravillarnos con las cosas que ellos se maravillan, ese día se nos va a hacer más fácil apostar por las acciones que hagamos nosotros y que probablemente se queden en sus recuerdos.

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