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¿Cuánto inviertes en no cambiar?

¿Cuánto tiempo invertimos en lograr que todo siga igual?


A los seres humanos nos gustan las certezas. Eso es indudable. Es un hecho confirmado que las personas amamos tener razón.


Un fenómeno psicológico muy interesante es que cuando nos encontramos ante la posibilidad de emprender alguna acción que nos conduzca a un estado ya sea de mejora, ya sea de bienestar, nos resistimos.


Se ha hablado y escrito muvho acerca de de este tema. Algunos autores lo llaman la zona de confort. No obstante, para ser de “confort” implica una cantidad importante de energía psíquica para que al final continuemos agotados porque estamos insatisfechos.


Piénsen en la siguiente situación:


Una mujer adulta joven identifica que hay muchos aspectos de su vida actual que quisiera mejorar. Por ejemplo: no se encuentra completamente convencida de la relación de pareja que tiene y, aunque mucha gente podría considerarla exitosa en su trabajo, ella quisiera poder cambiar de giro y explorar algunos intereses profesionales y creativos que se han quedado en su tintero, ella no les ha dado cabida porque tiene muchas deudas.


Vive mucha tensión en su ambiente laboral pues acepta sin pensar responsabilidades que no le corresponden y no sabe cómo decir que NO sin sentirse culpable. Siente miedo, inseguridad y culpa. Sólo es capaz de relajarse y dormirse cuando toma 8 gotas de rivotril diarias. “Remedio” que le recomendó una de sus mejores amigas.


Ella empieza (desde su sabiduría interna) a sospechar que necesita ayuda. Pero, tiene algunas reservas acerca de los psicólogos, los psiquiátras y los especialistas de la salud mental en general. Acto seguido, se da a la tarea de preguntar entre todos sus conocidos si es que tienen una recomendación. Le dan el teléfono de un psicoterapeuta. PERO ella prefería que fuera una mujer. Pasan muchos días y ella utiliza mucho tiempo pensando en eso.


Vuelve a buscar, ahora en internet. Pasa una, dos, tres, 10 horas sumadas. Descarta varias opciones por lejanía, precio, calidad de la página web. Cuando encuentra el teléfono de una clínica que les parece seria. Llama, hace (POR FIN) la cita. Le dan el nombre de la especialista. La busca en internet. Encuentra una fotografía, pero no le genera confianza. Cancela la cita. Se desanima. Fin de la historia. La protagonista de nuestro pequeño relato no recibe ayuda y logra, después de mucho esfuerzo y tiempo, lograr que las cosas en su vida permanezcan exactamenta igual. Eso más la cuota correspondiente en términos de frustración y desánimo.


¿Para qué nos sirve pensar este ejemplo?

Nos sirve porque nos permite analizar de manera detallada en un caso práctico como actuamos a veces ante la posibilidad de algo nuevo y diferente sólo porque nos confronta e implica movilizarnos. Nos sirve también porque es necesario hacer consciente que posiblemente esta cadena de conductas fallidas y actitudes evitativas nos estén alejando de un verdadero cambio positivo y del camino hacia una vida más plena y más satisfactoria.

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