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La vida es un manjar - Take a bite

Emociones que saben bien

La comida juega un papel importante en nuestras vidas, la podemos utilizar para aumentar nuestra salud, para cuidarnos, para gratificarnos y disfrutar de ella, pero también la podemos utilizar para perjudicar nuestra salud o autocastigarnos.


La comida va unida a muchas emociones y esta relación es la que hace que muchas veces nos cueste tanto controlar nuestras ingestas. Si no tenemos en cuenta esta relación es muy probable que los intentos de seguir una dieta fracasen.


Generalmente, por debajo de un comportamiento insano de alimentación hay problemas emocionales que no queremos ver o que simplemente no sabemos cómo afrontar, utilizamos la comida como un método para afrontar nuestra ansiedad o nuestros miedos, siempre asociando lo que sentimos y cómo lo gestionamos y cada uno tiene su proceso. Es probable que la misma situación no produzca los mismos cambios y emociones en todas las personas, por ejemplo, después de una ruptura amorosa, igual puedes comer sin límites que no probar bocado. Además, puedes sentirte hundido y triste después de un atracón o muy aliviado y seguro.


Es equiparable al estrés, que afecta a la salud de manera directa a través de múltiples procesos fisiológicos, pero también es capaz de cambiar comportamientos que se relacionan con la salud, como la selección y la ingesta de alimentos particulares como aquellos muy cargados de condimentos o irritantes para sentir más saciedad de manera más rápida, pero esta sensación de saciedad, es sólo inflamación. Este tipo de dieta no aporta los nutrientes necesarios para rendir en el día adecuadamente. Los estudios indican que la mayoría de las personas experimentan cambios en la conducta alimentaria en respuesta a una situación de estrés.


El problema reside cuando se come en estado de angustia, depresión, etc. buscando en la comida una satisfacción o un alivio momentáneo a las emociones negativas o preocupaciones, resultando una estrategia totalmente pasiva que nos aliviará instantáneamente, pero no solucionará ni eliminará las emociones negativas que la originaron además de terminar sumando otro problema al comer de forma compulsiva y desmesurada.


En estas circunstancias, diríamos que no como por ansiedad, sino que cuando siento ansiedad me tiendo a comer, es decir, comer compulsivamente es un síntoma de tener ansiedad. Por tanto, es muy importante comprender que el problema no es la comida sino la ansiedad, de manera que si soy capaz de controlar la ansiedad no sentiré ansiedad por comer.


En el consultorio se trabaja de forma conductual para mejorar hábitos de alimentación y en darnos cuenta qué es lo que exactamente nos lleva a tener la compulsión por el alimento, así podemos ir forjando refuerzos de confianza y poder cambiar nuestra situación actual alimentaria y salud.

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