No paro de comer! Necesito Dr.?
¿Cómo saber si necesito un doctor para dejar de comer?
Siempre he tenido la idea de que la manera de comer de un pueblo o de una comunidad habla mucho de la ideología y origen de los mismos.
Cuando se trata de México es imposible pensarlo sin su comida: así como lo esboza Octavio Paz. Complicados, rebuscados y cursis hasta para alimentarnos. En nuestro país la comida va mucho más allá de una necesidad física o biológica.
La hora (o más precisamente las horas) de las comidas implican una serie de rituales y de acciones que encaminan a las personas a verdaderas ceremonias que pueden incluso extenderse varias horas antes de concluir.
En México hasta en los velorios comemos y bebemos. Es una de nuestras muchas válvulas de escape. Ya habrá ocasión y una grande para escribir acerca de alcohol y mexicanos pero en esta ocasión toca hacerlo de la comida.
En un contexto en el que las personas crecemos normalizando el acto de comer una porción de masa frita en manteca dentro de un bollo de harina como desayuno (guajolota) puede resultar bastante complicado saber en que momento el tema de la mala alimentación y de los atracones se vuelve un problema.
Pensemos en los últimos meses del año. Por supuesto no está nada mal (y es uno de los pocos placeres que nos quedan como pueblo) disfrutar de un plato de delicioso pozole en la noche de la más grande fiesta nacional. Sin embargo pozole y tostadas con crema a libre demanda no es un plan nutricional ni apropiado ni saludable. Además del tema de la calidad de los alimentos está también la cantidad. No nos caracteriza ser un país en el que nos podamos medir. A los y las mexicanas nos gusta comer en grande y beber en grande y en este escenario es fácil dejarnos arrastrar por los excesos y convertir a la comida en ansiolítico, en placebo, en consuelo y en compañía.
Será necesario entonces aferrarnos con todas nuestras fuerzas a hábitos de vida funcionales y saludables. Que correspondan a un plan equilibrado y que nos permitan volver a ¨portarnos bien¨ después de un mes o de toda una vida de utilizar comida como tranquilizante emocional.
Si no podemos hacerlo solos, siempre existe la posibilidad de contar con la ayuda de un especialista.