¿Noviazgos pesadilla?
¿Noviazgos pesadilla?
El del amor es un tema muy complicado.
Las relaciones de pareja en las condiciones sociales que hoy tenemos hoy en día se vuelven aún más complejas porque tenemos por lo menos, dos extremos polarizados. Dos posturas distintas que se contraponen y que no permiten tener claridad respecto de lo que se espera y se puede esperar por ejemplo en una relación de noviazgo.
En décadas anteriores por lo menos en países latinoamericanos, una relación de noviazgo precedía en todos los casos a la institución del matrimonio. Este hecho tan simple implicaba una directriz muy concreta pues el noviazgo era una relación transitoria, preparatoria: se establecía un noviazgo para posteriormente casarse o no con la pareja en cuestión.
Se creía entonces que el noviazgo era una etapa para disfrutar, para conocerse y también porque no decirlo, para probarse el uno al otro. Para definir si nuestro novio o novia tenía las características necesarias para ser nuestro esposo o esposa.
De esta condición surge la importancia tanto del estatus del noviazgo como la formalidad del mismo y el nivel de compromiso.
En este modelo tradicional había muchas condiciones que se daban por sentadas. Por ejemplo: era el hombre quien cubría con todos o con la mayor parte de los gastos. Se llevaba a la novia al cine, a comer, al teatro. Esto era algo completamente asumido por ambas partes. El tema no es si era o no justo (muy probablemente no) pero sí que era fácil. Los padres de familia o bien decían a sus hijos varones: “Si quieres tener novia, trabaja” o bien les asignaban una cantidad de dinero para que “sacaran a pasear a la novia”.
Volvemos a la premisa anterior, esta modalidad de noviazgo era evidentemente una preparación para el comienzo de una familia con roles rígidos en la que el hombre asumiría el de provedor.
En cuanto al tema sexoafectivo, las relaciones sexuales o se evitaban o se retrasaban. Se tenía la creencia de que entre más se esperase más especial sería y más apreciado. “Darse a respetar” si eras mujer era fundamental para que tu novio te tomara en serio y la relación de noviazgo fuera más fuerte o más seria o se consolidara o terminara en matrimonio tal y como era lo esperado.
Había muchas otras costumbres de los noviazgos de antes que con el paso de los años se convirtieron en clichés. El hecho de esperar a que él fuera quien te llamara si tú eras la chica, el regalar flores y chocolates, el esperar a que él pasara por ti y te abriera la puerta del coche.
Todo era predecible, los patrones comportamentales estaban más o menos definidos y claros y desde nuestro ser mujer u hombre seguiamos nuestros guiones. Hoy todo ha cambiado.
Diversos fenómenos sociales como el movimiento feminista, el fenómeno millenial y la tendencia en decrecimiento de personas que se quieren casar son solo algunos de los factores que originan que el noviazgo se haya vuelto una relación muy particular pues el lo único que se tiene claro del mismo es que existen dos personas que quieren pasar su tiempo juntas. Pero muchas veces no se sabe como.
Hoy por hoy pecamos de sobreanalizar y sobreinterpretar cada momento del noviazgo.
Ni hombres ni mujeres sabemos si queremos comprometernos o no, o quien debe de pagar la primera cita o si debemos tener sexo de inmediato o esperar y ¿Cuánto tiempo? Porque sí, las formas han cambiado pero los prejuicios no tanto y es por eso que decimos una cosa y hacemos otra. Nos queremos vincular es cierto, pero nos da miedo. Y es que entre tantos cambios de contexto y de escenario lo único que nos podría salvar es volvernos expertos en comunicar claramente lo que esperamos y en muchas de las ocasiones no lo logramos o no nos atrevemos y eso da como resultado un noviazgo de pesadilla.