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Poder Femenino trata de...

Mujer empoderada


Si tomamos un billete de $500 y lo arrugo en mis manos ¿Cuánto vale? Si lo tiro al suelo ¿Cuánto vale? Y lo pateo ¿Cuánto vale? Y lo piso ¿Cuánto vale? Seguramente tu respuesta fue “vale lo mismo” en todos los casos, el valor no se pierde con las dificultades o situaciones abrumadoras siempre valemos como seres vivos, por ser humanos, por ser mujer u hombre, madre o padre, niño, adolecente o adulto.


La mujer empoderada se mueve por el mundo con un sentido de confianza y gracia. Su espíritu una vez imprudente ahora está atenuado por la sabiduría. En silencio, pero con firmeza, habla su verdad sin duda o vacilación y la vida que lleva es de su propia creación. Ella ahora entiende lo que significa vivir y dejar vivir. Sabe cuándo pedir para ella y lo mucho que puede dar. Ella tiene un corazón generoso todavía fuerte y la belleza interior que emana realmente la distingue. Al igual que el mítico Fénix, ella ha resurgido de sus cenizas y se elevó a un nuevo plano de existencia, libre de las cosas que una vez se hicieron pasar como resistencia.


Las mujeres realizan una contribución sustancial al bienestar económico al aportar grandes cantidades de trabajo no remunerado, como en el cuidado de los niños y tareas domésticas, que en muchos casos siguen siendo invisibles y no se contabilizan en el PIB. Asimismo, la participación de las mujeres en el mercado laboral se ve limitada por la gran cantidad de tiempo que dedican a los trabajos no remunerados que engloba ser una ama de casa.


Las mujeres dedican el doble de tiempo que los hombres a tareas domésticas y cuatro veces más al cuidado de los niños en promedio, lo cual permite que los hombres de la familia dispongan de mayor cantidad de tiempo para participar en la fuerza laboral formal.


Según Heintz, la división por género entre el trabajo de mercado (formal) y el trabajo doméstico (informal), sumado al menor potencial de ingresos de las mujeres, tiende a reforzar el concepto de roles de género estereotipado en la dinámica familiar ya arraigada. El trabajo doméstico sigue siendo predominantemente femenino debido a la persistencia de roles estereotipados, perpetuando responsabilidades definidos en función del género, creando desventajas para el desarrollo profesional de las mujeres a mediano y largo plazo, llevándolas a una pobreza temprana.


En cuanto la mujer se da cuenta de este particular hábito social y pide reconocimiento y exige la parte proporcional de contribución y de reconocimiento rompe con ese rol de fantasía de mujer tradicional y sacrificada y toma el poder de su vida y decisiones propias; esto no quiere decir libertinaje, sino que se reconoce como ente individual y a la vez trabaja en equipo para el beneficio para su familia.

Así se reconoce como mujer empoderada.

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