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¿Cómo educar para la igualdad?

El desafío de educar en la igualdad

Ante el interrogante que plantea la época actual: ¿nacemos o nos hacemos machistas? No existe aún, una única respuesta valedera, sin embargo, es cierto que parámetros sociales y culturales siempre van a influir en la construcción de la personalidad.


A la feliz y temerosa hora de criar a un niño, siempre se escabullen miedos, frustraciones, historias pasadas, mandatos y prejuicios. Todos ellos construidos en una cultura falo-céntrica, que da como resultado, una notable desventaja entre varones y mujeres.


Actualmente, ánimos igualitarios proponen una re-lectura de roles y papeles que ejercen los adultos. Además surge la necesidad de re-pensar el lugar de lo femenino y lo masculino.


La clave estaría en inventar y crear, donde la preocupación –lejos de su aspecto negativo- vendría al lugar de una virtud, ya que genera una fértil motivación. Consiste en intentar ir más allá de los errores –que siempre los hay- para fundar alternativas en la crianza.


El momento social actual, se caracteriza por la caída de la figura del padre, como portador o jefe absoluto del hogar. Sustituido muchas veces por una mujer, quien en términos económicos trae el sustento a la familia. Estos cambios, dan lugar a un hombre-padre que se queda al cuidado de los niños y puede disfrutar de ese lugar.


Sin embargo, la deuda que sobrevive aún, es la de dejar fluir el potencial que tiene el varón como cuidador y padre, sin atribuirles componentes femeninos, como si el cuidado de los niños solo le correspondiera a la mujer, o componentes terroríficos, como si la figura del padre estuviera vaciada de aspectos tiernos.


A la hora de dar soporte al niño desde el afecto y la enseñanza, muchas veces se perpetúan ideas y modelos que son obsoletos para el pleno desempeño y desarrollo de emociones, pensamientos y libertades.


La estructura patriarcal machista que subsiste, colisiona contra la demanda de igualdad que surge en la actualidad. Una que busca opciones y pone foco en el respecto a las diferencias, que busca darle valor a la mujer, no solo como madre, sino como un ser pleno que pueda decidir con respecto a su posición en la vida. Un momento, en donde el padre no “ayuda” en el cuidado del niño o los deberes del hogar, sino que les corresponden por igual.


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