¿Mi hijo es agresor?
¿Mi hijo es agresor?
En un medio violento siempre existe un violentador y un violentado y es muy sencillo poder vincularse con empatía con el rol de víctima, no así, con el de agresor, sin embargo, si lo observamos a fondo, podemos ayudarle a relaciones interpersonales más sanas y felices, por lo que a pesar de lo doloroso o vergonzoso que puede resultar que un hijo o hija sea detectado como agresor, lo más importante es reconocerlo y querer hacer algo al respecto. ¿Quién es un agresor? Un agresor es una persona en un contexto determinado juega un rol en el que se vincula de forma violenta, intentando ejercer poder sobre otra u otras personas, utilizando diferentes mecanismos, desde muy sutiles hasta muy obvios, siendo estos últimos golpes pero no exclusivamente, un agresor puede utilizar diferentes métodos como manipulación, aislamiento, chantaje, confusión, dobles mensajes, entre otros. ¿Cómo reconocer a un agresor? La principal característica de un agresor es que hace que las personas que están al rededor de él tengan conductas que le afectan individualmente o afectan un grupo, además hace sentir a una persona o varias, disminuida consigo mismo, ejerce poder sobre los demás, utiliza la capacidad de leer a los otros para su conveniencia y no para empatía, sus relaciones no logran ser profundas. La gran “trampa” del agresor es que no siempre es así, comúnmente el agresor suele ser encantador en muchas ocasiones, aunque si se ve a fondo, este encanto es parte de la estrategia de poder que desarrolla. Un agresor no siempre actúa de forma consciente, sucede que, muchas de sus conductas las tiene tan internalizadas que es la única manera de vincularse, además, tener poder y control sobre los otros, causa satisfacción y puede convertirse en un gran reforzador de las conductas agresivas. ¿Que pasa con el agresor? Es en este punto donde podemos vinvularnos con el rol de agresor, quien comúnmente no se siente cómodo siendo auténtico, por lo que necesita una “máscara” que cubra su vulnerabilidad que todo el tiempo le amenaza, así, prefiere que las personas no alcancen a ver su “debilidad” controlándolas. Por otro lado, aunque no siempre, una persona agresiva ha estado o está expuesto a violencia en diferentes grados, violencia de la cual aprende lo que se siente ser violentado y además, estrategias para provocar lo mismo en los demás. En otras ocasiones, el agresor vive en un medio donde la violencia es aceptada. El sufrimiento del agresor. El agresor no la está pasando bien, el agresor no es feliz en el fondo, el agresor no tiene forma de ser auténtico, siempre está luchando con no mostrarse vulnerable y eso no le permite tener relaciones auténticas y profundas, lo que implica dolor continuo que además es “callado” con estrategias de poder que le dan placer momentáneo y que lo envuelven en una serie de conductas de las que no puede salir. Así que si identificas que tu hijo es agresor, lo primero es hacerle saber que lo notas, de esta forma sabrá que alcanzas a verle como una persona y el valor de la agresión como conducta reforzada, se reduce. Además, es muy importante que le hagas saber que no es una conducta que apruebes. Ahora, de forma interna, revisa tus actitudes y las actitudes que se llevan en casa y en la escuela, tratando de erradicar las conductas agresivas y reduciendo el valor de las mismas. Por último pero muy importante, es necesario que busquen ayuda profesional, para el pequeño y para la familia, expresando la situación tal cual está siendo vivida.