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Viscoso pero sabroso

Viscoso pero sabroso


Un hombre es capaz de excitares sexualmente sólo por el olor y la textura de unas botas altas de cuero y solo puede copular bien con una mujer si ella lleva puestas esas botas.


Una mujer no puede ser excitada sexualmente por un hombre, pero sí se excita intensamente con una amante femenina y el orgasmo llega mediante la estimulación manual u oral del clítoris por esta amante.


¿Estas son actividades sexuales normales o son trastornos sexuales? Esta pregunta no es fácil de contestar, ya que hay grandes desacuerdos en la definición de NORMAL. La mayoría de los conceptos de “normal” son útiles, pero son limitados y tienen defectos al ser aplicados a las personas.


¿Hasta qué punto son normales o anormales las fantasías eróticas de cada persona? ¿Cuáles son los criterios para decir si una conducta es normal o anormal? ¿Qué es normal en el terreno de la sexualidad?

Ningún criterio de normalidad sexual tiene aceptación universal.


En términos generales, la perversión fue definida como “la desviación del instinto sexual, que, más específicamente, concierne al objeto sexual que puede ser un individuo del mismo sexo, muy joven o muy viejo, un cadáver, un animal, una prenda de vestir, objetos del otro sexo, para verlas, olerlas o vestirlas. Mientras que la práctica sexual misma, también puede pervertirse: al gozar cuando el sujeto muestra los órganos genitales, causa sufrimiento de su pareja, erotiza su propio sufrimiento, cuando siente placer con la participación de un tercero o de varios en el acto sexual, hasta la mezcla de la orina y heces en este acto, etc.”


Sin embargo, para el psicoanálisis, la descripción y clasificación, no son suficientes, en tanto que busca conocer los elementos estructurales que determinaron la condición de la estructura perversa: sus leyes, sus mecanismos y el significado de sus diversas manifestaciones.


La perversión en el proceso mental es una condición anormal de la personalidad cuyo rasgo dominante es la continua agresividad y destructividad hacia otras personas, a través de pensamientos y actos malignos. Y se observa que en los manuales de diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV y CIE 10) se desecha la denominación de perversión; este mal uso o abuso del término “perversión”, provocó que poco se investigara sobre esta patología, que se la asocie exageradamente a la delincuencia y que termine, quizás, formando parte más del mundo legal que del discurso psicopatológico.

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