¡El abuelo Salomón!
¡El abuelo Salomón!
Todos en la familia pensamos que, tras la muerte de la abuela, el ánimo del abuelo iba a decaer, aunque es un viejo muy sano y dinámico la abuela siempre estuvo a su lado apoyándole, mis recuerdos en casa de “los abuelos” siempre son de calidez y diversión, ambos nos enseñaron a volar papalotes, a jugar softball, cuidar de la pecera, las tortugas y hasta cocinar.
Una de las primeras reacciones frente a estar solo, decidió vender la casa familiar, todos estábamos muy asustados pensando que pronto vendría su fin, pues vender su casa era un gran desprendimiento, compró un departamento cerca de nosotros, cómodo pero muy pequeño, solo para él, nos quedaba claro que no volveríamos a tener aquellas reuniones con toda la familia.
Parte del dinero de la venta de la casa, lo destinó a cada uno de sus tres nietos, haciendo énfasis en que era un regalo para que lo aplicásemos en lo que más conviniera a nuestros proyectos profesionales, además, con cada uno hizo un viaje en específico, a mí me tocó viajar a Grecia, me comentó que era un destino al que desde niño quiso ir, y que por algún motivo no pudo realizar ni cuando era soltero ni con la abuela.
Estando en el puerto donde tuvo lugar una de las 7 maravillas del mundo antiguo, El Coloso de Rodas “la estatua para el dios sol” el abuelo tomó lugar e hizo suya la palabra, escucharle fue extraño, aunque teníamos buena comunicación, la profundidad de sus palabras me sorprendieron:
Alexander, tu nombre significa “protector de la humanidad”, si, suena algo irreal, sin embargo, algo de ello puede ser posible. Para tu abuelo cuidar de la humanidad es que cuides de ti, de tu esencia como ser humano, de lo que haces, dices, sueñas, deseas e interaccionas, no significa construir grandes murallas de protección para salvaguarda, pero si estar atento a edificar los pilares que te permitan reconocer tus límites, alcances y posibilitar acciones que te permitan sentir, moverte, dar, recibir y generar”…
Sin duda que el abuelo Salomón era sorprendente, era un individuo “muy humano, muy él”, sin duda el viaje a Grecia ha sido uno de los mejores obsequios de vida. Ahí conocí la esencia del abuelo, no desde dicho rol, sino del hombre que él es.
A la fecha el abuelo Salomón sigue siendo un eje para la familia, él, día a día se encarga de continuar abrazando, generando y construyendo sus lazos afectivos con cada uno de nosotros y entre todos, regalo frente al cual hay un gran compromiso.
Itzel Reyes González. Maestra en Clínica Psicoanalítica, amoresmovimiento@gmail.com, 553222.3005