El sujeto contemporáneo ya no tiene cicatrices.
El sujeto contemporáneo ya no tiene cicatrices.
Los discursos de consumo de nuestras sociedades neo-capitalistas exigen una forma determinada de gozar. Una forma de disciplinar los cuerpos y su relación con los objetos. Una única manera de alcanzar la felicidad, el éxito o una sensación de bienestar, etc., es obtener a cualquier precio eso que me falta, pero que al igual que la verdad, no sabemos que es.
En nuestras sociedades contemporáneas donde el lazo social es muy endeble, la búsqueda por fusionarnos con los objetos, se evidencia en las nuevas maneras de construir síntomas y posiciones subjetivas. Dan cuenta de esto, los trastornos del orden de la alimentación, las adicciones o las nuevas formas compulsivas que asume la tristeza, las depresiones.
A nivel subjetivo, en lo que concierne al deseo, siempre falta algo –necesario- y si esto no sucediera, faltaría la falta. Sin embargo, actualmente la falta o los vacíos están exentos de ser faltantes, ya que la promesa de los objetos como vía que colma los vuelve innombrables.
La búsqueda por lo individual queda excluida en las formas actuales de vivir-ser que presenta el consumismo. Ya no en relación a otro, sino a un vacío que no se relaciona con nada, ni siquiera con el lenguaje. Sujetos contemporáneos que no soportan la agridulce paradoja, de pagar un precio sintomático para acceder a los vínculos. La contradicción de buscar aquello perdido, perdiéndome.
Las sociedades actuales no plantean una contradicción, sino una condición “consume objetos para llenar ese vacío-incompletud”. Lo ilimitado no puede ser llenado nunca, ya que justamente no tiene límites. Es la idea de la continuidad infinita.
El sujeto virtual moderno, está un poco extraviado de la posibilidad de desear, ya que ante la posibilidad de que algo falte, el mercado defiende ilusoriamente el sentimiento de completud.
El camino del deseo se vuelve angustiante e innecesario, debido a que el laberinto del goce del objeto, seduce al sujeto que ya no siente nada, construyéndose así posiciones subjetivas, cuyo estatuto es la nada x la nada, nos volvimos seres sin cicatrices subjetivas.