Nunca más - más allá de la vida
Nunca más
En algunas obras literarias, los autores recurren a figuras para representar a la muerte que pueden resultar espeluznantes y en otras ocasiones pueden ser recuerdos hermosos que motivan al protagonista a seguir con su vida sin la presencia de la persona amada. Muchas de estas figuras son retomadas en las festividades del día de muertos en México o en Halloween dentro de la cultura estadounidense. Un autor que ha dejado huella en este tenor es el estadounidense Edgar Allan Poe autor de “El cuervo y otros poemas”, “Narraciones extraordinarias” y “Las aventuras de Arthur Gordon Pym”, entre otros, quien se apoya en su obsesión por la muerte de la mujer amada. Ciertamente no se trata de un miedo irracional o infundado. La mayoría de las personas a las que Poe amó lo abandonaron o murieron.
Sus primeros contactos con la pérdida se ponen de manifiesto a través de sueños, psicológicamente hablando, la satisfacción de un deseo reprimido, aunque para Edgar Allan Poe los sueños no existen salvo bajo la forma de pesadillas.
Podemos pensar que el gran paradigma onírico de Poe se construye sobre la imagen distorsionada de su madre, Elizabeth, quien murió tras una agonía lenta y dolorosa cuando el poeta tenía apenas tres años. Y no solo eso. Edgar Allan Poe la acompañó tenazmente en su lecho de muerte, percibió su aliento fétido, sus manos frías, sus mejillas pálidas, sus dedos lívidos y esqueléticos. Esta sería una imagen imborrable que retornará una y otra vez en su obra.
Según comenta Marie Bonaparte en su monumental obra “Vida y obra de Edgar Allan Poe” (Life and Works of Edgar Allan Poe), la agonía de Elizabeth forjó en él una sucesión de fantasías edípicas combinadas con pulsiones necrofílicas, las cuales pueden apreciarse perfectamente en relatos como: Ligeia (Ligeia), El barril de amontillado (The Cask of Amontillado) y Berenice (Berenice), entre otros.
Pero la percepción de su horror no concluye allí. La imagen de su madre agonizante forjó también el arquetipo de todas las mujeres que aparecen en su obra: pálidas, delgadas y de largo cabello negro. En líneas generales; mujeres que por su aspecto dan la impresión de estar al borde de la muerte.
En este sentido, el cuervo cumple una doble función. La primera, y más evidente, la de ser un mensajero de la muerte; y la segunda, encarnar el obsesivo tono azabache del cabello de su madre, que el propio E.A. Poe describió a menudo como raven-black hair.
Siguiendo este razonamiento, El cuervo y Ligeia son obras antagónicas. En la primera de Poe reafirma la idea de que su madre ya no regresará, mientras que en la segunda el retorno es una posibilidad todavía latente dándonos cuenta de que para él la muerte fue un aspecto que cambio toda percepción y lo volvió sombrío para su forma de apreciación de vida.