Un duelo Festivo
- Psic. Donovan Ordáz
- 1 oct 2019
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Un duelo festivo

La fiesta de “Día de Muertos” para el mexicano, es un fenómeno excéntrico, frenético, caótico y catártico, los autores extranjeros y propios lo denominan como “ritual”, debido a la existencia y polaridad que se sitúa entre el llanto y las risas, las carcajadas, bailes, silbidos y lágrimas en sus contenidos. Sin duda, un portal, paralelismo y oportunidad dimensional con la vida y la muerte, para la búsqueda de un sentido de reparación (duelo) en el individuo mexicano.
El duelo es normal: la palabra duelo proviene del latín dolus, que significa “dolor”. Por tanto, el duelo es un proceso que implica dolor. Es un proceso normal que todo el mundo atraviesa y que es necesario porque permite adaptarse a la pérdida. El dolor cumple una función y actúa como alarma señalándonos que hay algo importante a lo que debemos atender.
El duelo es tan natural como llorar cuando te lastimas, dormir cuando estás cansado, comer cuando tienes hambre, estornudar cuando te pica la nariz, “es la manera en que la naturaleza sana un corazón roto” (Doug Manning).
La muerte para el mexicano adquiere un lugar especial, por tal motivo le rendimos culto y ritual mediante la fiesta. Gracias al misticismo heredado por las culturas prehispánicas, en tal festividad a la muerte se puede observar el jugueteo con ella; en los refranes, versos, canciones, calaveras hechas en papel china y esqueletos coloridos de barro o piedra; el consumir en ese simbolismo tan peculiar de comer los diferentes panes con figuras de calaveras, el acto de consumir y jugar, se sintetiza en representar la burla a la vida, afirmando la insignificancia de la existencia humana y en especial la del mexicano carente de valor. Pues simbólicamente en el consumir los panes, se dice que el mexicano se nutre de ella. Pero dentro de esta indiferencia a ambas (vida-muerte), el mexicano carga en su conciencia que son importantes, pues se afirma de manera psíquica e histórica que se viene de la muerte y no de la vida.
Para aceptar el paso de la muerte, el mexicano tiene un peculiar método de lidiar y trasformar la imagen de dolor a una tradición llena de colores y recuerdos con el folclor que representa todo lo heredado de nuestros familiares ya trascendidos, lo que es para algunos autores llamado “el legado después de la muerte”.
