El niño fuerte
A veces parece sacado de otro tiempo hablar de que “los niños no lloran” o de que existe un color particular a usarse de acuerdo al género al que se pertenezca, sin embargo, en el día a día tanto en la clínica como en la docencia aún existe estas creencias que permiten que un niño (varón) pueda sentir algunas emociones y pueda jugar algunos juegos. Esta transmisión de ideas muchas veces no es clara y directa sino sutil, de esta manera podemos ver dichos como “lloras como niña” “los niños juegan a los carritos” “los hombres deben ser fuertes, feos y formales” etcétera. Al ser una transmisión poco consciente, viene también de lugares muy profundos, si analizamos que los hijos y las hijas nos recuerdan los momentos en los que también nos sentimos vulnerables en nuestra infancia y la manera que reaccionamos tiene mucho que ver con cómo se nos acompañó en esta vulnerabilidad; entonces podemos inferir que estas ideas vienen de lugares muy profundos de nosotros mismos, aunque claro, no es ninguna justificación porque siempre podemos hacernos responsables de nuestra crianza. ¿En qué afecta criar con rígidos estereotipos de género? -los niños no logran sentirse cómodos con sus emociones por lo tanto con ellos mismos -los niños se pierden la oportunidad de conocer el mundo en su amplitud -los niños crecen pensando que si no son aquello que se les pide, no son dignos de ser amados -los niños crecen con dificultad de formar vínculos profundos -los niños se forman ideas confusas entre quienes son y quienes deben Ser Por lo tanto criar dentro de rígidos estereotipos de género solo daña la auto percepción de nuestros pequeños, así que la invitación es a revisarnos, acudir a terapia, analizar nuestra propias conductas e ideas alrededor de lo que un niño debe ser y trabajar en la aceptación de nuestros hijos como seres valiosos sin importar lo que el entorno indica que cierto género debe ser.