Carta al hombre que puede VIVIR
HOMBRE, REVOLUCIÓN DEL SÍ.
Desde el discurso estigmatizado de lo social, aún se escucha que un hombre es “fuerte, proveedor, poderoso, machista, mujeriego” y más asignaciones ligadas a los resultados que estudios de neurobiología y antropología describen: que el hombre maneja altos grados de agresividad y que por naturaleza sus mecanismos de sobrevivencia corresponden a los de un “cazador”.
Hombre: en casa quizá escuchaste que los hombres “juegan rudo, con carros, aviones, visten de azul, protegen a las niñas, son trabajadores, aguantan más, no lloran” entre otras y más frases importantes que condicionan la interacción familiar y social.
Todo lo que has escuchado que eres o que “los hombres deben ser”, son parte de tu subjetividad, habiendo establecido marca y significación en tu existir. Y desde este vivir, estoy segura que has amado, contenido, criado, creado, educado, generado, erotizado y arraigado al vivir. Así mismo, también has contribuido al llanto, enojo, tristeza, repudio y maldición. ¡Sí que eres un ser de suma potencia! igual que yo...
Hombre: ¿Qué tanto ríes, lloras, callas, sueñas, disfrutas, padeces, sientes?
Frente a lo leído hasta ahora ¿qué opinas, enuncias y compartes?
¿será justo desmontar el paradigma de que “los hombres son fuertes y no lloran”? ¿Acallar los afectos y el sentir no limita las posibilidades y tu potencia como ser humano?
La falta de conciencia del sí mismo, del reconocimiento de los alcances y las limitantes, silencia e impide que los lazos afectivos se establezcan desde lo burdo de la agresión, manipulación, chantaje, obsesión, compulsión, extorsión y demás mecanismos que en principio afectan al sí mismo y a tus relaciones.