La química del amor
El amor libera dopamina, serotonina y oxitocina, es por eso por lo que cuando nos enamoramos nos sentimos excitados, llenos de energía y nuestra percepción de la vida es magnífica, pero los neurotransmisores químicos del enamoramiento vienen a chorros y al cabo del tiempo, como pasa también con las personas que consumen drogas durante un período largo, el cuerpo se adapta y aumenta la tolerancia, lo que se conoce como habituación.
¿Qué es la oxitocina? Se trata de una sustancia producida por nuestro propio cuerpo, concretamente, en una estructura del encéfalo llamada hipotálamo y en otros órganos repartidos por el organismo. En cuanto a su función, la oxitocina es tremendamente versátil, y puede actuar como hormona y como neurotransmisor.
Como hormona, viaja a través de la sangre para llegar a distintos tejidos y órganos del cuerpo humano y hacer que estos reaccionen de una manera determinada. La hormona del amor también oculta un lado oscuro: esta sustancia química clave en nuestras decisiones sobre interacciones sociales (con conductas prosociales como la generosidad, la empatía o el altruismo) y reacciones ante parejas románticas tiene más semejanzas con los efectos del alcohol de lo que se pensaba.
Las investigaciones sobre los efectos de la oxitocina y del alcohol arrojan increíbles semejanzas entre ambos compuestos. Ambas parecen apuntar a diferentes receptores en el cerebro, pero causar acciones comunes sobre la transmisión GABA en la corteza prefrontal y las estructuras límbicas. Estos circuitos neurales controlan la forma en que percibimos el estrés o la ansiedad, especialmente en situaciones sociales tales como entrevistas, o tal vez incluso despertando el coraje para pedir a alguien una cita. La oxitocina y el alcohol pueden hacer que estas situaciones parezcan menos desalentadoras.
Sabiendo que la oxitocina produce ciertos sentimientos o sensaciones en nosotros, podríamos provocar la liberación de oxitocina mediante ciertos actos afectivos, tales como el contacto físico con una persona, aunque no sea un contacto con fines amorosos o sexuales, practicar actividades grupales como el yoga o la danza, comer algo que nos guste o incluso, acariciar a nuestra mascota.