top of page

La loca de la casa y el corazón.

La loca de la casa y el corazón.

Si bien no tengo formación universitaria suficiente ni acreditable en términos de psicología, o filosofía, el uso de mi razón, mi vocación filosófica y mi participación en el tejido social universal, me ganan la posibilidad de expresar lo que considero es la relación entre psique y mi concepto del amor.


Si parto de la definición de psique como el “Conjunto de procesos conscientes e inconscientes propios de la mente humana, en oposición a los que son puramente orgánicos” o “Conjunto de capacidades intelectuales de la persona”, habré de decir que el desarrollo de esta depende de los contextos cultural y social que cada vez están más estandarizados y por lo mismo alejándose rápidamente de la diferenciación que anteriormente con el pausado y depurativo fluir con que se dispersaba la información provocaba un interés individual por la profundización y el desarrollo virtuoso de las habilidades analíticas y artísticas de las personas, la avidez por la lectura se veía recompensada por la intención de crear obras literarias que encontraran su lugar entre intelectos desarrollados o con apetito de conocimiento verdadero, no sólo de acopio de información, las fibras sensibles se tocaban a través del uso comprometido de las palabras y encontraban en la música un potenciador extraordinario para tocar las fibras de la sensibilidad en cualquier estrato socio-cultural y de manera extensiva.


El premio que en medio de realidades muchas veces turbulentas provocadas por el alcance limitado de información que pudiera confortar o generar angustia, era la capacidad de gozar intensamente gracias al necesario y profundo contraste que el contacto con los seres humanos cercanos con necesidades simples y cuyo impacto en los sentimientos era inmediato, evidente y profundo, sencillamente porque no había tantos distractores de la conciencia y la exquisita alternativa de sentir lo sencillo era un privilegio existencial que en los sensibles motivaba e inspiraba sin gran necesidad de intermediarios cognoscentes o brutales impactos a los sentidos como los que actualmente logran a la velocidad de la luz, aturdir y aún nulificar la capacidad de sentir y peor aún, el deseo de hacerlo en las fibras íntimas de la existencia porque la mente, la psique se vuelve incapaz de manejar la cantidad ingente de información disponible y accesible hasta para los más ignorantes, incrementando con rapidez increíble, la incapacidad de analizar, profundizar y peor aún, de comunicar de manera empática y corpórea asexuada los sentimientos de atracción, afecto y amor a quienes penden de nuestras decisiones de vida porque la mente ha asumido posiciones provenientes de la necesidad de aceptación y de confort en un entorno social motivado cada vez más por las sensaciones materialistas que la tecnología y la superficialidad nos provocan.


El amor va estableciendo todos los días un matrimonio de conveniencia pragmática con una conciencia débil y cada momento que transcurre, más insensible. Sin embargo el corazón sigue ahí y la que era la loca de la casa, esa psique amante pasional de la sensible ignorancia de tantas verdades organizadas a partir de los avances tecnológicos y de la veleidosa necesidad de mantener invertido el orden ontológico, encuentra su esperanza en la permanente oportunidad de reanimar el espíritu en la cada vez más creciente necesidad de reintegración social y afectiva que hoy en día vaga en una confusión hasta de géneros en una lucha constante por la cercanía y el contacto físicos, por la comprensión sensible e inexplicable de nuestros impulsos y anhelos manifestando todos los días ansiedad por la violencia y los vacíos que el avance tecnológico materialista va dejando irremisiblemente en una creciente desproporción entre el desarrollo sensible del individuo y su integración armónica a su entorno, pasando por el apetito insaciable por tener, por vivir más cómodamente y por buscar definiciones de uno mismo en un mar de información que buscamos adaptar a lo que nuestra creciente y relativamente mayor ignorancia en ese océano de datos, despierta la inquietud y el apetito subconsciente de encontrar formas diferenciadas de relación, de satisfacción y de validación de la existencia misma.


Me parece afortunado que aún en medio de la confusión que el avance tecnológico y el apetito que sus deslumbrantes dispositivos y accesorios en constante evolución y adaptación por moda, las personas aún buscamos satisfacer lo que a lo mejor de manera limitada defino yo como la necesidad espiritual fundamental de amar y ser amados de sentirnos contenidos y fuertes en nuestras comunidades y al estar carentes de argumentos propios, podemos descubrir la debilidad afectiva y la superficialidad a que nos conducen las frases célebres nutrientes de la sensiblería que se gratifica en el inconsistente flujo de pequeños impactos que apenas rozan nuestra intimidad afectiva, nos mantienen en un estado artificial y desde luego ajeno a nuestra interioridad un tanto desconocida por estar en ciernes, muchas veces por la atrofia informática que aún el poco interés por utilizar los idiomas con toda su riqueza ha sido incapaz de cancelar.


Yo estoy convencido de que el amor estará siempre por encima de la razón que la psique pretende gobernar con la endeble organización de conocimientos que por la incapacidad de controlar el alma ha provocado una rebelión generalizada cuyo curso se irá forjando como resultado de satisfacer la preponderante necesidad de sentirnos vivos y amados más allá de la deificación necesariamente ignorante de nuestro cuerpo, basados en conceptos generalizados por moda, interés económico, búsqueda de aceptación y por nuestra generalizada ignorancia sobre la forma en que nuestra individualidad puede armonizar con aquellas personas que necesariamente forman parte de nuestra vida cotidiana y que sólo mediante la vida en pareja podremos encontrar la fuerza y el sentido de la existencia en la sociedad en que vivimos para solamente a partir del amor podemos aspirar a integrarnos con el tiempo y el desarrollo constante de nuestra capacidad de amar, superando los límites de nuestra formación intelectual en el fortalecimiento de nuestra capacidad de sentir con la profundidad que ningún tratado o discurso académicamente aceptable pueden proporcionar.

No hay etiquetas aún.
bottom of page