PAZ = Salud Mental y psicoanálisis
- Psic. Donovan Ordáz
- 15 abr 2020
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PAZ = Salud Mental y psicoanálisis

La base de la salud mental es una personalidad bien integrada. Comenzaré enunciando algunos elementos de una personalidad bien integrada: madurez emocional, fuerza de carácter, capacidad de manejar emociones conflictivas, equilibrio entre la vida interior y la adaptación a la realidad y una fusión exitosa entre las distintas partes de la personalidad.
Las fantasías y deseos infantiles persisten en cierto grado aun en una persona emocionalmente madura. Si estas fantasías y deseos han sido exitosamente elaborados y experimentados libremente, en primer lugar en los juegos infantiles, son fuente de intereses y actividades que enriquecen la personalidad. En cambio, si el agravio por deseos insatisfechos sigue siendo muy fuerte y su elaboración se ve dificultada, se perturban las relaciones personales y el placer proveniente de otras fuentes, se hace difícil aceptar los sustitutos adecuados a etapas posteriores del desarrollo y se deteriora el sentido de realidad.
Aun si el desarrollo es satisfactorio y se logra placer de diversas fuentes, en las capas profundas de la mente hallamos cierto sentimiento de dolor por los placeres irremisiblemente perdidos y las posibilidades irrealizables. Si bien gente de edad media experimenta conscientemente la pena de que la infancia y la juventud nunca volverán, encontramos en su psicoanálisis que lo añorado también es la temprana infancia y sus placeres.
La madurez emocional significa que estos sentimientos de pérdida pueden ser contrarrestados hasta cierto punto por la capacidad de aceptar sustitutos y que las fantasías infantiles no perturban la vida emocional adulta. Poder disfrutar de los placeres que están a nuestro alcance en cada momento vital se relaciona con una relativa libertad de resquemores y envidia. Por consiguiente, poder contentarse a determinada edad con los placeres que obtiene la gente joven, particularmente nuestros hijos y nietos, es un signo de madurez emocional.
La fortaleza del carácter está basada en procesos muy tempranos. La relación con la madre es la primera y fundamental, aquella en la que el niño experimenta amor y odio por primera vez. No sólo es un objeto externo sino que el niño internaliza (introyecta, diría Freud) aspectos de su personalidad. Si los aspectos buenos de la madre introyectada dominan a los frustrantes, esta madre internalizada deviene la base de la fortaleza del carácter, porque el yo puede desarrollar así sus potencialidades; puesto que si ella se experimenta como madre que guía y protege pero no domina, la identificación con ella hace posible la paz interior. El éxito de esta primera relación se extiende a la relación con otros miembros de la familia, en primer lugar con el padre, y se refleja luego en las actitudes adultas, tanto en el círculo familiar como hacia la gente en general.
La internalización de los padres buenos y la identificación con ellos subyace a la lealtad hacia la gente y los ideales y a la capacidad de hacer sacrificios por las propias convicciones. La lealtad hacia lo que se ama o hacia lo que se cree justo implica que los impulsos hostiles y la angustia asociada, que nunca son totalmente eliminados, se han volcado hacia aquellos objetos que hacen peligrar lo que se siente bueno. Cuestionando nuestra plenitud constantemente, vivir el aquí y el ahora para poder dsifrutar lo que tenemos y construir en base a ello nos dará más estabilidad y madurez para agregar paz y rencosiliación con los demas.
