Tolerar la diferencia es el desafío de las sociedades

Nos cuesta entender y aceptar la diferencia. Pareciera que lo diferente es aquello que no hay que ver o no hay que escuchar. Ciegos y sordos estamos del sufrimiento ajeno. Es más, buscamos excluir y apartar a los otros. Como sociedad nos cuesta cada día más el lazo con el otro y caemos en lugares sumamente individualistas. Si bien todos estamos atravesando severos movimientos donde se pone en juego nuestra salud, va a ser lo colectivo la salida de este laberinto.

Es en el vínculo con el otro donde nos construimos como personas, donde aprendemos, donde progresamos. Ese otro es, el que funciona de apoyo para nuestras subjetividades bombardeas por múltiples exigencias incumplibles que se nos imponen día a día. Y justamente ese es el punto que se nos olvida muchas veces. Esos apoyos fueron nuestros andamios en varias ocasiones para nuestras historias, así como la falta de ese apoyo. Por presencia o ausencia, el apoyo de un otro se nos impone como “algo importante”. Estamos atravesando una pérdida de memoria colectiva, donde nos olvidamos de apoyarnos y apoyar al otro. Donde el otro es mi enemigo.

Ser diferente se vuelve la huella de lo indeseable. Nuestras frustraciones y angustias, más en épocas difíciles, están siendo depositadas en esos otros. Otros que curiosamente son los más vulnerables: mujeres, niños, la comunidad lgbtiq+, los afrodescendientes, los adultos mayores; todos esos “otros” se volvieron los indeseables. Aunque seamos justos no comenzó ahora. Sin embargo, la intolerancia se vuelve moneda corriente de nuestras sociedades. La discriminación, la exclusión y la violencia se volvieron el foco de nuestras pantallas. La imagen de nuestra sociedad contantemente es la misma, opresión hacia los demás.

La idea es recordar que cada uno es diferente y que la tolerancia será la bandera de los grupos vulnerados y de las sociedades contemporáneas. Sera hora de izarla entre todos.