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¿Qué es la fe?


Yo te puedo dar una definición antropo-histórica. Esto porque yo misma no soy una persona de fe. No profeso ninguna religión y dejé a un lado la que me enseñaron mis padres cuando era niña. No puedo decir que entiendo la fe como la entienden las religiones: moviendo montañas y mares, o capaz de hacer milagros a diestra y siniestra. La fe es y “a diferencia de la creencia -sea o no de índole religiosa- no un mero estado mental, sino que añade la actitud de entregamiento a aquel en quien se cree.” )Ferrer, 20140 Suelen confundirse los términos “fe” y “creencia”. La fe implica creer pero, ¿creer inmediatamente nos otorga la capacidad de tener fe? ¿Acaso la fe es la parte sentimental, abstracta y la creencia la parte razonable que compone nuestras creencias en general? Son preguntas muy profundas. Vale la pena reflexionar en ellas. Solemos entender la fe a partir, o a través de la mirada religiosa. En nuestro contexto juedocristiano, la fe suele ser esa fuerza liberadora y poderosa que es capaz de todo. Tener fe es sentirte motivado a continuar adelante, a sentirte acompañado por una “fuerza mayor” que estará ahí a tu lado en circunstancias adversas o complicadas, justamente, para ayudarte a salir de ellas. La fe implica adorar. Eso no lo hace la creencia por sí sola. Por ejemplo, yo puedo creer en la verdad científica pero no la adoro, no la idolatro. Al contrario de la fe, la cual me da la capacidad de adorar a esa figura última que representan tantas religiones, esa fuerza mayor que se concentra en la imagen de un Dios. Desde tiempos inmemoriales, la humanidad desarrolló una serie de creencias enfocadas en torno a “fuerzas mayores”. Fuerzas que la humanidad misma comenzó a reconocer eran más fuertes que ella. Esto dio origen a las primeras religiones, centradas en las fuerzas de la naturaleza, los elementos. Con el tiempo, se le dieron rostros a esas fuerzas primigénias y a medida que transcurrieron los siglos, esa “fuerza mayor” se centró en una sola figura, un solo Dios, en cuyo nombre descansa toda la noción de fe. ¿Por qué no podemos evitar creer en una “fuerza mayor”? Tal vez sea nuestra noción de que en realidad, somos un pequeño punto en vasto universo. Con todo y nuestro conocimiento y razonamiento, la humanidad es tan endeble, tan vulnerable y por ello tiene la necesidad de creer en una fuerza más grande que ella, y que todo, la cual será capaz de protegerla de esa inmensidad inconmensurable, peligrosa y que podría atentar contra ella. Eso es la fe, esa fuerza inherente al ser humano, se vuelve casi necesaria para comprender nuestro entorno, la sin razón, circunstancias que se escapan de nuestro entendimiento… o, ¿tú qué opinas? Escritora Isabel Jiménez Miramontes isabugui.jim@gmail.com TW: @IsaJiMir

 
 
 

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